El microondas

Por Juan Antonio Aran Mundo.

   El horno microondas fue descubierto por azar por el investigador americano Percy Spencer, que trabajaba en una fábrica de radares. Un día, al pasar cerca de un radar encendido, notó que el bolsillo de su camisa se calentaba de repente, metió la mano dentro y comprobó que la barrita de chocolate que llevaba se había fundido. Era 1945 y dos años más tarde, se vendía el primer horno microondas.

   El radar, como todos los emisores de radio, televisión y telefonía móvil, emite ondas electromagnéticas que no es más que un campo eléctrico acoplado a otro magnético. Una definición que no ayuda mucho, pero que se reduce a una forma de energía que se pasea por el espacio y en consecuencia, también actúa sobre las cosas. Por ejemplo, cuando una onda electromagnética se encuentra con un imán es capaz de empujarlo en una dirección o en otra y lo mismo ocurre con las moléculas de agua es que son como pequeños imanes, de hecho, se dice que están “polarizadas” porque están conformadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O) y que el oxígeno es más electronegativo que el hidrógeno.

   Así, cuando se  pone un alimento que contiene agua en el microondas, las ondas hacen moverse a las moléculas de agua a toda velocidad, muchos millones de veces por segundo. Esta intensa agitación genera calor, como ocurriría en cualquier aula en la que 30 alumnos sobreexcitados corren en todas direcciones. O como cuando alguien simplemente se frota las manos con fuerza para calentarlas.

   Esta es la razón por la que cuando se mete un alimento en el microondas nunca se calienta de un modo uniforme: las zonas que contienen mucha agua se calientan más rápido. Ponga un trozo de carne con judías verdes y las judías estarán ya calientes cuando la carne esté templada todavía. Las moléculas de grasa y de azúcar están poco polarizadas y por tanto, también se calientan en el microondas, aunque más lentamente.

   Seamos claros desde el principio: cualquier forma de cocinar los alimentos provoca una disminución de su valor nutricional, por eso, para optimizar los aportes de nutrientes esenciales y antioxidantes es importante priorizar el consumo de alimentos crudos o cocinados a bajas temperaturas.

   La destrucción de vitaminas y antioxidantes es máxima cuando los alimentos se cocinan a altas temperaturas o a presión: por ejemplo, en la olla a presión y a la barbacoa (éste último es sin duda el peor método), pero también al horno, en fritura o hirviéndolos, en este último caso todas las vitaminas y nutrientes solubles se van con el agua de la cocción cuando no son destruidos directamente por el efecto del calor. Lo mejor será que, si necesita cocinar un alimento, elija una forma de cocción suave y realmente, calentar la comida en el microondas es una fórmula de cocinado más bien suave, sobre todo si no se mantienen los alimentos dentro durante mucho tiempo.

   Varios estudios científicos han abordado esta cuestión, con los siguientes resultados:

   De acuerdo con dos revisiones de varios estudios, comparado con otras formas de cocinar los alimentos, el microondas no reduce su cantidad de nutrientes, sin embargo, otro estudio ha demostrado que el microondas destruye los compuestos anticáncer del ajo en sólo un minuto, frente a los 45 minutos que tarda en perderlos en un horno tradicional. Esto es así probablemente porque las ondas calientan inmediatamente el interior del alimento.

   Otra investigación ha probado que el microondas destruye el 97% de los antioxidantes del brécol, mientras que la cocción en agua destruye “sólo” el 66%.Lo cierto es que el ajo y el brécol no soportan bien el paso por el microondas; hay que evitar a toda costa calentarlos en él.

   En cambio, el microondas es verdaderamente eficaz para destruir las bacterias, por lo que puede hacer uso de él para desinfectar sus esponjas y trapos regularmente, aunque le cueste creerlo, éste es un hábito excelente, sin embargo, lo que parte de ser una ventaja, se convierte en un gran inconveniente cuando hablamos de comer alimentos ricos en bacterias buenas, esas que poseen un enorme beneficio para la salud: los probióticos, por lo tanto, debe evitar calentar o cocinar en el microondas sus alimentos fermentados, como por ejemplo el chucrut. Tampoco se deberían meter en el microondas los yogures, aunque a priori suene extraño, algunas personas lo hacen antes de dárselos a los niños pequeños para que no estén tan fríos recién sacados de la nevera. Y por lo mismo, las madres no deben calentar en el microondas la leche materna que se hayan sacado previamente con un sacaleches y hayan guardado en la nevera para dar después a sus bebés. Esta leche contiene bacterias buenas que deben preservarse, ya que son muy beneficiosas para la salud del niño.

   El gran problema del microondas, es el hecho mismo de su funcionamiento, por eso, si introduce en su interior un plástico con componentes tóxicos volátiles como bisfenol-A o ftalatos, el vapor de agua los calentará y usted correrá el riesgo de que éstos pasen a su comida. Evite por tanto el uso de recipientes de plástico en el microondas e incluso los de cartón industrial, en los que a veces se mezclan varios productos químicos. Pero, ¡ojo!: esto también vale para el resto de formas en que se pueden cocinar los alimentos. El plástico emitirá exactamente la misma cantidad de perturbadores endocrinos si lo calienta de cualquier otra forma, en vez de en el microondas. Se me ocurren, por ejemplo, los biberones calentados al baño maría creyendo que así se elimina el riesgo de contaminación con el bisfenol-A. ¡Grave error!.

   Los peligros de las ondas electromagnéticas son otra cosa que debe tenerse bien clara desde el principio: El microondas produce radiaciones electromagnéticas y ya sé que la palabra “radiación” puede resultar algo inquietante, sin embargo, la radiación que emite el microondas no es la misma que la de las bombas atómicas y las catástrofes nucleares. No olvide que incluso la luz emite radiación electromagnética y esto demuestra que no todas las radiaciones son igual de malas para la salud.

   Los hornos microondas producen radiación no ionizante, similar a la del wifi o a la que emite el teléfono móvil, pero menos peligrosa y es que en principio, las ondas del microondas permanecen en el interior del aparato al rebotar en las paredes de metal y en el cristal de la puerta, no obstante, se suele aconsejar mantenerse siempre a una distancia de al menos 30 cm, pues la fuerza de su radiación disminuye notablemente con la distancia. Además, debe vigilar que su microondas esté en buen estado. Si la puerta cierra mal, por ejemplo, o si un cristal está agrietado, de verdad, no se lo piense dos veces y cámbielo por otro.

   Hay que decir que la mala reputación del microondas está muy arraigada en la conciencia colectiva. Basta con que eche un vistazo en internet y verá que se relatan experiencias verdaderamente inquietantes.

   También se proponen extraños experimentos, como regar dos plantas en sendas macetas, una con agua del grifo y la otra con agua del grifo calentada en el microondas y luego enfriada. Se supone que la planta que ha sido regada con el agua del microondas muere en cuestión de unos días y en alguna página, he llegado a encontrar fotos que tratan de “dar fe” de ello... Por supuesto, resulta imposible atribuir la muerte de una planta a que el agua con la que se ha regado fue previamente calentada en el microondas. ¡Es simplemente falso!.

Anécdotas con el microondas, ¡sucesos! luces y sombras del aparato más polémico de la cocina.-

   Numerosos especialistas de salud natural llevan años pidiendo a la gente que se deshaga de los hornos microondas.

   Estos expertos recuerdan que estos electrodomésticos fueron prohibidos en la Unión Soviética inmediatamente después de haber salido a la luz unos estudios que demostrarían (nótese el condicional) que provocaban la formación de compuestos carcinógenos, pero esos estudios, realizados en la década de los años 70, no han podido ser verificados.

   La “campaña antimicroondas” fue lanzada en 1996 por la revista americana Nexus, que acusaba a estos electrodomésticos de destruir los nutrientes de los alimentos y de provocar todo tipo de enfermedades y aunque le cueste creerlo, todo surgió con la muerte de una mujer que había recibido una transfusión de sangre calentada en el microondas.

   La historia tuvo lugar en Estados Unidos.

   Una mujer llamada Norma Levitt, que se había sometido a una operación de cadera en Oklahoma, murió después de recibir una transfusión de sangre que una enfermera había calentado previamente en el microondas.

   Antes de nada, aclarar que es algo normal calentar la sangre antes de realizar una transfusión, lo que no es normal es hacerlo en el microondas y aunque se trate de un suceso verdaderamente trágico, esta historia no demuestra que el microondas pueda convertir los alimentos en veneno.

   Lo que sucedió en este caso es evidente: en el microondas, la sangre simplemente se coció y si usted le inyecta a cualquiera sangre cocida, ésta por supuesto no tendrá el mismo efecto que la fresca, a 37º C, por eso, a mí no me extraña en absoluto que la pobre paciente muriese a causa de esa transfusión y lo que verdaderamente me preocupa, es que una enfermera haya podido hacer una chapuza semejante.

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