Karl

"Otro huracán que nos visitó"

por Joaquín Segarra Idiazábal

     Tocó tierra y con mucha fuerza por Veracruz y su zona conturbada, pero no ha sido ni el primero ni el único. Recuerdo que en 1954 ó 1955 nos pegó el "Jeanette" y probablemente con más fuerza. La ciudad en ese entonces quedó hecha un desastre con árboles y anuncios caídos por todas partes y amplias zonas urbanas inundadas. Afortunadamente, en lo que cabe, sólo fueron daños materiales que unos días después ya casi se habían olvidado, pues la ciudad era mucho menos extensa que hoy puesto que tendría unos 50 ó 60 mil habitantes y la infraestructura de drenajes pluviales existente resolvió el problema sin grandes complicaciones.

     En el caso de "Karl", las condiciones han sido totalmente distintas. Para empezar, la zona conturbada, además de una extensión absurdamente enorme, tiene cerca de 900 mil habitantes; muchos de ellos asentados en fraccionamientos (desarrollos habitacionales) ubicados por necesidades o intereses económicos y políticos en zonas tradicional e históricamente inundables que aunque todo mundo lo sabía, nunca debieron ni autorizarse ni construirse.

     Por otra parte, el grave problema de las inundaciones en Veracruz y otras poblaciones del Estado fueron consecuencia, no tanto de las lluvias que nos cayeron en las ciudades, sino de un desfogue ineludible de presas ríos arriba que arrastraron caudales monstruosos con lodo, troncos, casas, etc., a eso, añádele que la infraestructura actual de drenajes en Veracruz está inadecuadamente diseñada, indebidamente calculada y/o incorrectamente hecha, resulta, de entrada y a todas luces, deficiente e insuficiente.

     Ese desfogue fue canalizado mayoritariamente hacia ríos y arroyos que, escogidos cuidadosamente, afectaron de manera mínima a los grandes intereses inmobiliarios, aunque, desgraciadamente, fastidiaron de forma inevitable grandes zonas de habitación en sectores de clase media y baja.

     Comunidades ribereñas del río Papaloapan como Tlacotalpan, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, resultaron severamente dañadas y permanecieron inundadas durante más de un mes con hasta metro y medio de agua y todavía no acaban de recuperarse. En otras zonas, sus habitantes estuvieron hasta una semana en los techos de sus casas, sin agua, sin comida, sin protección, sin electricidad, pero gracias fundamentalmente a grupos voluntarios de rescate y a algunas acciones del gobierno, se logró llevarles alimento, frazadas y alguna otra cosa hasta trasladarlos a albergues provisionales un poco más seguros. Con las inundaciones, se escaparon unos 150 o 200 cocodrilos muy jóvenes, de uno a metro y medio, de un criadero privado. La mayoría fue recapturada y los restantes fueron cazados y comidos por quienes tuvieron la oportunidad y los medios para ello.

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