EL SANTO CALIZ

Por Jesús Moya Casado

     El 26 de septiembre de 1399, se hizo cesión del Santo Cáliz al Rey Martín “El Humano”

     En la imagen se puede ver el Acta de cesión del Santo Cáliz por parte del Prior del Monasterio de San Juan de la Peña al rey Martín “El Humano” y que, textualmente dice así:

          “En el nombre de Dios. Sea a todos manifiesto que, como el excelentísimo Príncipe y señor D. Martín, por la gracia de Dios Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, y Conde de Barcelona, del Rosellón y de la Ciretánea, haya deseado y procurado, con ahinco, tener en su Capilla Real, aquel Cáliz de piedra en el cual Nuestro Señor Jesucristo, en su Santa Cena, consagró su Preciosa Sangre, y que el bienaventurado Lorenzo, que lo recibió de San Sixto, a la sazón Sumo Pontífice, cuyo discípulo era, y diácono de Santa María in Dominica, envió y dio con una su carta al Monasterio y Convento de San Juan de la Peña, situado en las montañas de Jaca, del Reino de Aragón, con cuyo Cáliz los Abades, Priores y Sacerdotes del Monasterio acostumbraban después a consagrar; y para tener dicho Cáliz el referido señor Rey, envió al mismo Monasterio al Reverendo en Cristo, Padre Antonio, Arzobispo de Atenas, Consejero suyo. Finalmente, el viernes día 26 de septiembre del año de la Natividad del Señor de 1399, el dicho Reverendo Arzobispo y el religioso Fray Prior del referido Monasterio, manifestando al Señor Rey, que estaba en su Capilla Menor de la Aljafería de Zaragoza, explicado por el señor Arzobispo de parte de dicho señor Rey, el deseo de este a los frailes de dicho Monasterio, todos los priores y religiosos reunidos en capítulo deliberaron sobre la entrega de dicho Sagrado Cáliz. Y, finalmente, acordaron por unanimidad conceder el Santo Cáliz al referido Señor Rey.

     Acordado esto, el Prior, en nombre suyo y de su Convento, presentó al Señor Rey y entregó en sus manos el Cáliz de piedra y el Señor Rey recibió en sus manos el Cáliz sobredicho y queriendo hacer por él mismo alguna gracia al Monasterio, dio y puso en manos del dicho Prior, para el servicio del referido Monasterio, un Cáliz de oro de su Capilla, de cinco marcos zaragozanos, y una onza de peso, en el cual Cáliz de oro se hallan las siguientes señales, a saber: En el pie, tres esmaltes, dos sellos y un Cristo crucificado; en el pomo que está en el medio, seis esmaltes, dos con las armas de Aragón, dos con las insignias de los Reyes y dos imágenes de San Jorge con una Cruz, y en la patena, una imagen del Padre Eterno.

     De este Cáliz de oro hizo donación el Señor Rey al Monasterio indicado con la condición que el Abad mayor y priores del mismo no puedan venderle ni empeñarla por ningún tiempo, de suerte que este Cáliz sea exclusivamente dedicado al servicio de dicho Monasterio. Y de no vender ni empeñar dicho Cáliz tienen que prestar juramento el Abad Mayor y Priores que por el tiempo serán. El cual Prior, recibido de gracias, prometió dicha condición de no venderlo ni empeñarlo, y guardar el referido Cáliz, en cuanto de su parte estuviera, y en la entrega que de él había de hacer el Convento, obligar a la observancia de dicho pacto según arriba se dice. De todas y cada una de dichas cosas el Señor Rey mandó a mí, su secretario, Berenguer Sarta, que me hallé presente, hacer un testimonio de lo que antecede, en presencia de los nobles testigos Berenguer de Cruilles, Roger de Moncada y Olfo de Proxida, Caballeros Consejeros y camarlengos de dicho Señor Rey.

     Señal de mí, Berenguer Sarta, Secretario de dicho Rey y por su autoridad real Notario público en todas sus tierras y señoríos que, con los dichos interviene, según se contiene anteriormente y lo hice escribir y cerré”.

Fotografía actual del Santo Cáliz.

     El Santo Cáliz se encuentra, para su veneración en la Capilla que lleva su nombre en la Catedral de Valencia. Esta capilla antes fue Aula Capitular de la Catedral (construida entre 1356 y 1369) y albergaba la Cátedra de Teología confiada a los religiosos dominicos. Cuando terminó esta función, la capilla se dedicó al Cristo de la Buena Muerte. En 1916 se consagró al Santo Cáliz. El Vaso Sagrado se sitúa en un templete gótico incorporado al retablo del Altar.

     En su momento el Santo Cáliz se encontraba colocado sobre un pedestal formado por un plano de 24 centímetros cuadrados, sobre el que posaban sus rodillas cuatro ángeles alados, los que sostenían la preciosa reliquia: de altura media el pedestal diez centímetros, era todo de plata y su construcción muy moderna. Este pedestal fue destruido el 21 de julio de 1936 en el asalto a la Catedral.

     El día 3 de abril del año 1744, al Arcediano Mayor y canónigo de la Catedral, don Vicente Frígola Brizuela que actuaba de Preste en los oficios, al ir a sacar la Sagrada Forma del Santo Cáliz, este resbaló y cayendo, se rompió.

     En aquellos tiempos se acostumbraba a utilizar el Santo Cáliz en los Oficios de Jueves y Viernes Santo para colocar en su interior la Sagrada Forma.

     En los oficios del segundo de estos días, el 3 de abril de 1744, don Vicente Frígola Brizuela, con asistencia del arzobispo Mayoral, trasladó el cofrecito de plata que encerraba el Santo Cáliz con el Santísimo Sacramento a la mesa del altar mayor, y al tiempo de sacar dicho Santo Cáliz, y la Forma consagrada de su copa, resbaló aquél y se dividió ésta en dos mitades, quebrándose también una de ellas por la parte superior del labio, de la que se desprendieron dos pedacitos pequeños.

Documento de ingreso del Santo Cáliz en la Catedral de Valencia del año 1437.

     Recogidos inmediatamente y con todo cuidado los fragmentos, fueron colocados en el cofrecillo del Monumento y depositados luego en la Capilla de las Reliquias.

     “Avisado el maestro platero Luis Vicent, acudió éste en la tarde de aquel mismo día con sus hijos, Luis y Juan, y se procedió á la recomposición de la referida copa, realizándose tan maravillosamente el trabajo, que ajustados y unidos los fragmentos de la piedra con diversos ingredientes, quedó la copa del mismo modo que estaba antes del desgraciado accidente. Para que la contingencia sucedida no fuera en perjuicio de la profunda veneración que siempre se había tenido á tan insigne reliquia, y con el fin de que no se dudase eran los fragmentos unidos y ajustados en dicha copa los mismos que se desprendieron, juraron voluntariamente dichos extremos los canónigos comisionados y los artistas que intervinieron en la restauración, levantándose acta notarial de todo ello.” (Protocolo del notario Juan Claver, año 1744, folio 583, volumen 3.238 del Archivo de la Catedral de Valencia).

     El Canónigo quedó tan impresionado por el percance que enfermó y murió a los quince días.

     Alfonso V “el Magnánimo” después de conseguir el Santo Cáliz de los monjes de San Juan de la Peña (Huesca) paso la reliquia al Palacio de la Aljafería de Zaragoza, seguidamente la depositó en Barcelona hasta el 6 de abril de 1432, fecha en que fue trasladada, con el resto del relicario real, a Valencia, y depositada en la capilla de santa Catalina del Palacio Real de esta ciudad.

     En los viajes realizados a Valencia por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI usaron este cáliz al celebrar sus misas.

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